El 16 de abril se celebra el Día Mundial contra
la Esclavitud infantil, el origen proviene del asesinato de Iqbal Masih de 12
años, ocurrido en el año 1995, quien a la edad de 4 años fue vendido por su
padre a una fábrica de alfombras de Punjab porque necesitaba un préstamo para
pagar la boda del hijo mayor.
Para saldar la deuda Iqbal trabajaba doce horas
al día trenzando alfombras por un a rupia diaria. Sin embargo, con los
intereses desorbitados, la deuda no para de crecer. A los 10 años Iqbal asistió
a un mitin sobre derechos humanos y su vida cambió radicalmente. Consiguió la
libertad a través de una campaña del Frente de Liberación del Trabajo Forzado y
se convirtió en un activo luchador contra el la esclavitud infantil, y
consiguió cerrar empresas en la que se explotaban a menores. Su ejemplo
trascendió y recibió premios internacionales en Estocolmo y en Boston, con los
que decidió abrir una escuela.
Se calcula que 400 millones de menores en todo
el mundo son esclavos, de los cuales 168 millones trabajan y 85 millones de
ellos lo hacen en condiciones peligrosas. UNICEF advierte que la violencia, la
explotación y el abuso frecuentemente están a cargo de personas que el niño conoce, incluyendo los padres y madres, otros
familiares, cuidadores, maestros, autoridades policiales, agentes estatales y
no estatales, y otros niños.
El
Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) establece que todos los
niños tienen el derecho a ser protegidos contra la violencia, la explotación y
el abuso.
Señala
que la agricultura y el trabajo doméstico son los rubros que emplean a mayor
número de infantes, abarcan el 59% de los pequeños con trabajos forzosos, es
decir 98 millones aproximadamente.
Por
su parte, la Organización Internacional del Trabajo puntualiza que para
disminuir el trabajo infantil hay que invertir en la protección social,
centrada en una educación formal. “De no ser así, para el 2020 habrá más
dificultades para eliminar las formas de explotación“, anuncia la organización.