El Domingo de Ramos se celebra este 9 de
abril y marcará el inicio de Semana Santa conmemorando no uno sino
dos acontecimientos muy significativos en la vida de Cristo.
Aquí las 9 cosas que necesita saber sobre esta
fecha.
1. Este día se llama “Domingo de Ramos” o “Domingo de
Pasión”
El primer nombre proviene del hecho que se conmemora
la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, cuando la multitud lo recibió con
hojas de palma (Juan 12:13).
El segundo nombre proviene del relato de la Pasión
que se lee en este domingo. Porque de no ser así no se leería en un domingo, ya
que en el próximo la lectura tratará sobre la Resurrección.
Según el documento del Vaticano “Carta circular
sobre la preparación y la celebración de las fiestas pascuales” (Carta de
fiestas pascuales) de 1988, el Domingo de Ramos “comprende a la vez el presagio
del triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión”. “La relación entre los
dos aspectos del misterio pascual se han de evidenciar en la celebración en la catequesis del
día”.
2. Se realiza una procesión antes de la Misa
La procesión puede tener lugar solo una vez, antes
de la Misa. Puede realizarse el sábado o domingo.
“La entrada del Señor en Jerusalén, ya desde
antiguo, se conmemora con una procesión, en la cual los cristianos celebran el
acontecimiento, imitando las aclamaciones y gestos, que hicieron los niños
hebreos cuando salieron al encuentro del Señor, cantando el fervoroso
‘Hossana’”, detalla la Carta de fiestas pascuales.
3.
Se pueden portar palmas u otros tipos de plantas en la procesión.
No es necesario utilizar hojas de palma en la
procesión, porque se pueden utilizar otros tipos de plantas locales como el
olivo, sauce, abeto o de otros árboles.
Según el Directorio sobre la Piedad Popular y la
Liturgia: “A los fieles les gusta conservar en sus hogares, y a veces en el
lugar de trabajo, los ramos de olivo o de otros árboles, que han sido
bendecidos y llevados en la procesión”.
4.
Los fieles deben ser instruidos sobre la celebración
Según el Directorio sobre la Piedad Popular y la
Liturgia “los fieles deben ser instruidos sobre el significado de esta
celebración para que puedan captar su significado”.
“Debe recordarse oportunamente que lo importante es
la participación en la procesión y no solo en la obtención de hojas de palma o
de olivo”, que tampoco deben mantenerse “como amuletos, ni por razones
terapéuticas o mágicas para disipar los malos espíritus o para evitar el daño
que causan en los campos o en los hogares”.
5.
Jesús reclama el derecho de los reyes en la entrada triunfal a Jerusalén
El Papa Emérito Benedicto XVI explica en
su libro “Jesús de Nazaret: desde la entrada en Jerusalén a la resurrección”
que Jesucristo reclamó el derecho de los reyes, conocido a lo largo de la
antigüedad, de demandar modos de transporte particulares.
El uso de un animal (el burro) en el que nadie se
había sentado aún es un indicador más del derecho de la realeza. Jesús quería
que su camino y su accionar sean entendidos en términos de las promesas del
Antiguo Testamento cumplidas en su persona.
“Al mismo tiempo, a través de este anclaje del texto
en Zacarías 9:9, una exégesis ‘fanática’ del reino está excluida: Jesús no está
construyendo sobre la violencia; no está instigando una revuelta militar contra
Roma. Su poder es de otro tipo: es en la pobreza y la paz de Dios, que
identifica el único poder que puede redimir”, detalla en su libro
6.
Los peregrinos reconocieron a Jesús como su rey mesiánico
Benedicto XVI también señala que el hecho de que los
peregrinos coloquen sus mantos en el suelo para Jesús camine por encima también
“pertenece a la tradición de la realeza israelita (2 Reyes 9:13)”.
“Lo que hacen los discípulos es un gesto de
entronización en la tradición de la monarquía davídica (del Rey David) y apunta
a la esperanza mesiánica que surgió a partir de ésta”, indica el texto.
Los peregrinos, prosigue, “sacan ramas de los
árboles y gritan versos del Salmo 118, palabras de bendición de la liturgia de
los peregrinos de Israel que en sus labios se convierten en una proclamación
mesiánica: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito
sea el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en lo más alto!” (Mc
11: 9-10, ver Sal 118: 26)”.
7.
“Hossana” es un grito de júbilo y una oración profética
En el tiempo de Jesús esta palabra tenía matices
mesiánicos. En la aclamación de Hosanna se expresan las emociones de los
peregrinos que acompañan a Jesús y a sus discípulos: la alabanza alegre a Dios
en el momento de la entrada procesional, la esperanza de que la hora del Mesías
había llegado.
Al mismo tiempo era una oración que indicaba que el
reinado davídico, y por lo tanto el reinado de Dios sobre Israel, sería
restablecido.
8.
La multitud que aplaudió la llegada de Jesús no es la misma que exigió su
crucifixión
su libro, Benedicto XVI argumenta que en los tres
evangelios sinópticos, así como en San Juan, se deja claro que quienes lo
aplaudieron a Jesús en su entrada a Jerusalén no fueron sus habitantes, sino
las multitudes que lo acompañaban e ingresaron a la Ciudad Santa con él.
Este punto se hace más claramente en el relato de
Mateo a través del pasaje que sigue al Hosanna dirigido a Jesús: “Cuando entró
en Jerusalén, toda la ciudad se agitó diciendo: ¿Quién es este? Y las multitudes
decían: Este es el profeta Jesús de Nazaret de Galilea” (Mt 21, 10-11).
La gente había oído hablar del profeta de Nazaret,
pero no parecía tener ninguna importancia para Jerusalén, y la gente allí no lo
conocía.
9.
El relato de la Pasión goza de una especial solemnidad en la liturgia
Así lo afirma la Carta de fiestas pascuales en el
numeral 33: “Es aconsejable que se mantenga la tradición en el modo de cantarla
o leerla, es decir, que sean tres personas que hagan las veces de Cristo, del
narrador y del pueblo. La Pasión ha de ser proclamada ya por diáconos o
presbíteros, ya, en su defecto, por lectores, en cuyo caso, la parte
correspondiente a Cristo se reserva al sacerdote.
Para la proclamación de la Pasión no se llevan ni
luces ni incienso, ni se hace al principio el saludo al pueblo como de
ordinario para el Evangelio, ni se signa el libro. Tan solo los diáconos piden
la bendición al sacerdote.
Para el bien espiritual de los fieles conviene que
se lea por entero la narración de la Pasión, y que no se omitan las lecturas
que la preceden”.
Fuente:
Traducido y adaptado
por Diego López Marina. Publicado originalmente en National
Catholic Register.