Tal día como hoy, hace 214 años, murió en Caracas,
víctima de la fiebre amarilla, María Teresa Josefa Antonia Joaquina Rodríguez
del Toro y Alayza, esposa de Simón Bolívar, futuro Libertador de América, con
quien apenas ocho meses antes había contraído matrimonio, el cual ya nunca
volvió a casarse después de morir su esposa, consagrando su vida a luchar por
la libertad de suramericana.
Fue hija de Bernardo Rodríguez del Toro y Ascanio
natural de Caracas, y de Benita de Alayza y Medrano, oriunda de Valladolid, España,
había nacido en Madrid, el 15 de octubre de 1781. Estuvo profundamente
vinculada a la sociedad caraqueña colonial, pues su padre era hermano del
tercer Marqués del Toro, cuyo título heredaría el primo hermano de María
Teresa, Francisco José Rodríguez del Toro e Ibarra, amigo íntimo de Bolívar.
Al morir su madre, se encargó de su padre y sus
hermanos, a quienes educó y protegió. Asistía regularmente a los oficios
religiosos y ayudaba a su padre y a su primo en lo relativo a la administración
de bienes y haciendas.
María Teresa conoció a Simón Bolívar en Madrid, en
1800, habiendo éste sido enviado a España para continuar sus estudios. Su
vida cambiaría definitivamente en la casa del Marqués Gerónimo de Ustáriz, a
quien Simón Bolívar llamaba "tutor", y en cuya mansión residió por
algún tiempo. Sería en ella donde habría de conocer a María Teresa, con quien
estaba emparentado por varias líneas.
La joven cautivó a Bolívar a tal punto que, a pesar
de su edad, rápidamente le declaró su amor. En agosto de 1800 María Teresa
aceptó el noviazgo y su padre, al enterarse, les propuso esperar hasta que
Bolívar, entonces de 17 años, cumpliese su mayoría de edad. Por motivo de que
la herencia de Bolívar dependía de que éste tuviese un matrimonio bien
asentado, éste reportaba con orgullo su noviazgo, describiendo a María Teresa como
«una joya sin defectos, valiosa sin cálculo».
Don Bernardo, el viudo padre de María Teresa, llevó
a su hija a Bilbao y al poco tiempo, en marzo de 1801, decepcionado de Madrid,
Bolívar se mudó a esa ciudad. De regreso a España, luego de una estadía en
París, Bolívar le propuso formalmente matrimonio a María Teresa el 5 de
abril de 1802. El padre de María Teresa, aplacado por el compromiso formal y,
probablemente también por los bienes del novio, dio su permiso y bendición a la
pareja.
Simón le propuso a María Teresa casarse aquel mismo
año en el Puerto de La Coruña. En Santander, España, el 30 de marzo de 1802,
Bolívar le otorgó poder a Pedro Rodríguez del Toro para suscribir en su nombre
las capitulaciones matrimoniales.
En consideración de su distinguido nacimiento, su
virginidad, sus cualidades personales y su disposición de dejar España para
acompañar a Bolívar, los abogados del futuro libertador le pusieron un valor a
su prometida de 100.000 reales, aproximadamente una décima parte de la fortuna
de Bolívar, según las costumbres propias de la época, a las cuales Bolívar
respondía con naturalidad, convencionalismos que en nada desmerecían el amor
entre los novios.
Bolívar y María Teresa contrajeron matrimonio el 26
de mayo de 1802, en la primitiva Iglesia Parroquial de San José, en Madrid,
después de haber obtenido permiso del Rey para hacerlo y de lograr la dispensa
de amonestaciones. Al cabo de unos 20 días, que la pareja empleó en despedirse
de los suyos, se trasladaron a La Coruña, y el 15 de junio de 1802 partieron
hacia Caracas, desembarcando el 12 de julio en La Guaira.
Después de una corta estadía en Caracas se
trasladaron a la "Casa Grande" del ingenio Bolívar en San Mateo.
María Teresa enfermó poco después de "fiebres malignas", hoy día
identificadas indistintamente como fiebre amarilla o paludismo, por lo que el
matrimonio regresó a Caracas a su Casa del Vínculo, donde ella murió el 22 de
enero de 1803. Trás ocho meses de matrimonio y dos años de noviazgo, Bolívar
perdía así a su amada María Teresa.
Habiendo perdido a sus padres durante su infancia,
María Teresa representó para Bolívar un último y definitivo intento de arraigo
signado por la tragedia. El dolor causado por esta muerte inesperada y
prematura lo llevaría a evadir en el futuro cualquier vínculo raigal. El
juramento de no volver a casarse que pronunció entonces fue un acto de rebeldía
contra del dolor al que puede conducir la entrega incondicional de los
sentimientos.
Según sus propias palabras, esta tragedia personal
le haría seguir el "carro de Marte" en lugar del "arado de
Ceres". En 1828, analizando la influencia que la muerte de su esposa
había tenido en él, Bolívar confesó: «Si no hubiera enviudado, quizás mi vida
hubiera sido otra; no sería el General Bolívar ni el Libertador, aunque
convengo en que mi genio no era para ser Alcalde de San Mateo».
http://www.radiomundial.com.ve/