La Organización Mundial de la Salud, (OMS), explica
que la depresión es un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la
presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o
falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio
y falta de concentración.
La depresión es una enfermedad común pero que según
su intensidad puede considerarse como muy grave. Esta enfermedad se caracteriza
por sentimientos de tristeza, melancolía, apatía, desesperación, desesperanza
etc., todos en algún momento podemos tener estos sentimientos alguna vez en
nuestra vida. Sin embargo, lo que diferencia a la depresión de estos
sentimientos transitorios es que las emociones negativas incapacitan a la
persona en su actividad diaria. Es decir, no es lo mismo sentirse triste un día
a que la tristeza no te permita realizar las actividades de tu vida diaria.
Hay que tener en cuenta que no todas las depresiones
presentan los mismos síntomas ni la misma gravedad sino que varían en función
del individuo y sus circunstancias.
Entre
los síntomas que puede presentar la depresión se encuentran:
Sentimientos
de tristeza, ansiedad, desesperanza...
Fatiga
y falta de energía.
Autoestima
baja.
Dolores
persistentes (digestivos, de cabeza etc...).
Trastornos
del sueño como insomnio, despertares frecuentes durante la noche, dormir
durante muchas horas seguidas...
Dificultad
para concentrarse, recordar cosas, o mantener la atención.
Pérdida
de interés en la realización de actividades que antes nos agradaban. Asimismo,
puede darse también la pérdida por el interés en mantener relaciones sexuales.
Pérdida
del apetito o apetito exacerbado.
Ideas
suicidas o intentos de suicidio.
Hoy
por hoy, no se conocen totalmente la causa o causas de la depresión pero sí que
se ha avanzado en la identificación los factores que pueden predisponer a ella.
Estos factores pueden ser genéticos, bioquímicos, o situacionales.
Diversos estudios relacionan la depresión con la
posible existencia de daños en diversas zonas cerebrales. Asimismo, otros
estudios mantienen una baja producción de diversas sustancias producidas por el
organismo (neurotransmisores) como la serotonina entre otros aumentan
considerablemente la probabilidad de padecer esta enfermedad.
Por último, otros estudios han evidenciado el hecho
de que los hijos de padres depresivos tienen mayor probabilidad de padecer
depresión que aquellas personas, que no presentan antecedentes familiares por
lo que existe también un componente genético.
Afortunadamente aun en los casos más graves la
depresión es una enfermedad se puede tratar. Para poder realizar un correcto
diagnóstico usted deberá acudir a su médico el cual le realizará diversas
pruebas para descartar otras enfermedades físicas que presentan síntomas parecidos
a la depresión.
Una vez establecido el diagnóstico, la depresión se
suele tratar con fármacos antidepresivos que actúan sobre neurotransmisores
como la serotonina y la dopamina que están muy relacionados con la regulación
del Estado de ánimo. No siempre se prescribe medicación, en su lugar se le
recomienda al paciente terapia psicológica. Muchas personas con depresión son
tratadas de forma combinada con fármacos y terapia.
Hay que destacar que para qué las personas medicadas
especialmente alguna mejoría es necesario mantener esta medicación al menos
durante cuatro semanas. Asimismo, los antidepresivos pueden presentar varios
efectos secundarios por eso es importantísimo, tomarlo sólo bajo prescripción
médica y acudir al especialista en caso de duda. Jamás se debe interrumpir el
tratamiento por nuestra cuenta, ya que esta acción puede acarrear graves
consecuencias.
La Prevención sin duda alguna hay que mantener un
estilo de vida saludable mantener y el contacto social, son dos grandes aliados
para prevenir esta enfermedad. De igual forma la terapia psicológica o terapia
familiar puede ayudar a prevenir posibles recaídas.
Fuente: National Institute
of Mental Health.