Simón
Rodríguez nació en Caracas el 28 de octubre de 1769. Pedagogo, pensador
filosófico, escritor de densas obras de contenido histórico y sociológico, y
conocedor a fondo de la sociedad hispanoamericana. Fue maestro y mentor del
Libertador Simón Bolívar.
En
1794, presenta al Ayuntamiento sus Reflexiones sobre los defectos que vician la
escuela de primeras letras de Caracas y el medio de lograr su reforma por un
nuevo establecimiento. Se trata de un planteamiento crítico de la enseñanza
colonial. En 1795, cuando el niño Bolívar se fuga de la casa de su tutor, es
enviado a vivir en la casa de su maestro Simón Rodríguez, bajo la tutoría de
éste.
Juntos
parten en marzo de 1805, a un viaje que los lleva a Lyon y Chambery para luego
atravesar los Alpes y entrar en Italia: Milán. El 15 de agosto de ese mismo
año, suben al Monte Sacro, en Roma, y Rodríguez recoge para la posteridad el
juramento que allí su discípulo hace: "Juro delante de usted; juro por el
Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor; y juro por mi patria;
que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las
cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español".
Don
Simón Rodríguez, precursor y animador de la inquietud bolivariana, es por
antonomasia el Maestro del Libertador; antes de que éste independizara a
América, Rodríguez (su "Maestro Universal") hace su tarea:
independiza a Bolívar, lo divorcia de la realidad tradicional y lo acerca a la
verdad futura; le ayuda a conseguir la perspectiva propia de un creador, a
intuir su faena y a calcular las fuerzas de sus auxiliares y sus enemigos.
Simón Rodríguez llama a Bolívar a ser terriblemente cuerdo entre aquellos
mediocres que se autoestima depositarios del buen juicio y de la sensatez, y a
los ojos de los cuales la Independencia tenía que ser una locura singular.
Simón
Rodríguez, en 1794 presentó al Cabildo de Venezuela un proyecto de Escuelas
Públicas, donde analizaba el sistema educativo para aquel entonces y donde
planteaba la necesidad de la participación activa de los alumnos en las
cátedras, exponiendo sus ideas y aclarando sus dudas. Pero las autoridades
coloniales no le prestaron ninguna atención.
Simón
Rodríguez, además, de su conocimiento y talento como educador, sintió también
la inquietud de la Libertad; participó en el movimiento revolucionario de Gual
y España, y complicado en esta tentativa de independencia, abandonó el país al
fracasar el movimiento y se traslada a Jamaica, suplantando su nombre por el de
Samuel Robinson, para evitar cualquier vengativa por parte de las autoridades
del rey.
Simón
Rodríguez solía decir: "No quiero parecerme a los árboles, que echan
raíces en un solo lugar; sino al viento, al agua, al sol, a todas esas cosas
que marchan sin cesar".
En los
años finales de su vida, Simón Rodríguez va a Guayaquil, donde se perderá buena
parte de su obra a causa de un incendio que devastó a buena parte de la ciudad.
En 1853, emprende un nuevo viaje al Perú, acompañado por su hijo José y su amigo
Camilo Gómez, quien lo asistirá en el momento de su muerte, ocurrida en el
pueblo de Amotape el 17 de julio de 1853. Setenta años después, sus restos
fueron trasladados al Panteón de los Próceres en Lima, y desde allí, al siglo
justo de su fallecimiento, fueron devueltos a Caracas, ciudad natal, donde
reposan en el Panteón Nacional.