En el
año 1990, la
CEV, a través
del Departamento de
Pastoral Familiar, propuso
celebrar el Día Nacional de
la Familia, se
escogió como fecha
el 2do. domingo
del mes de
Noviembre. El objetivo
de esta campaña era
reforzar los lazos
afectivos entre los
miembros de la
familia, promoviendo los
valores de la comunicación, la cooperación y el
respeto. Se eligió como Lema para aquel año: Día del Abrazo en Familia, el cual
impacto tanto en la sociedad que quedó establecido como frase que identifica a
este programa.
Nos hacemos
personas en el
amor que cultivan
nuestros padres desde
mucho antes de
engendrar una nueva vida.
Estamos conscientes, aunque
no hacemos todo
lo que debemos,
que sin una
formación integral, humana,
ambiental, psicológica, espiritual , no
podemos obtener el bagaje necesario para vivir en plenitud, sin carencias ni
rencores, abierto a la convivencia y fraternidad, deseos y capaces de ser
útiles a nosotros mismos y a los demás.
La sociedad
moderna, por el
contrario, ofrece con
mucha facilidad, un
sentido tan individual
de la existencia, que no toma en
cuenta que cada ser humano es producto de su ser y sus circunstancias. Si éstas
son óptimas, hay posibilidad de que el fruto obtenido sea bueno. Entre otros
factores, la violencia en sus múltiples facetas y la libertad mal entendida,
debilitan y hasta destruyen la
cohesión del núcleo familiar. Hijos sin padre, madres solas y adolescentes, carencia
de vivienda digna, falta
de alimentación adecuada,
educación débil, violencia
de género, inseguridad
y miedo, no
son el mejor abono para crecer
sanamente y sin odios.
El abrazo en
familia es una invitación permanente a querer, cuidar, mimar los afectos; es un
llamado a cultivar la pareja, vecindad y sociedad dentro de coordenadas que
garanticen estabilidad y crecimiento al amor de pareja. Hagamos del abrazo en
familia una campaña permanente para que Venezuela no siga mostrando esa página
ominosa de crímenes y muertes sin sentido.